Este año, el Día del
Abogado tuvo un sabor especialmente
amargo: la situación del país, que reclama urgentemente la reivindicación del Estado de Derecho, no permitió que la fecha se celebrara igual que en años anteriores. Los actos se
limitaron a formalidades protocolares, donde se destacó la importancia del
profesional del derecho en la lucha por la justicia. En la Ucab, se realizó un foro dedicado a la reivindicación
de la abogacía, allí tuve la oportunidad
de compartir con los profesores Eligio Rodríguez,
Roberto Delgado y Aiskel Andrade , un espacio para explicar, por qué, en medio de esta
turbulencia general, el derecho
sigue siendo el mejor camino para alcanzar la felicidad Social.
Las redes sociales se encargaron de trasmitir la idea de que
no había nada que celebrar, porque el
derecho, que siempre se presenta como el sendero a la paz, irremediablemente ha desaparecido de nuestra
vida, siendo sustituido por el odio y la
violencia. Voy a dedicar este espacio
para demostrar el error de esta afirmación.
En primer lugar, creer que el derecho es solo tarea de
abogados es una equivocación. El derecho nunca desaparecerá, porque forma parte de la naturaleza humana: hablar
de derecho no es otra cosa que hablar de la dignidad del hombre, que solo se alcanza cuando es respetado como
una persona, es decir, un sujeto de derecho. Por lo tanto, la lucha por el derecho, que no es otra cosa
que la lucha por la dignidad, nunca desaparecerá mientras exista la vida
humana.
Por otro lado, creer que el derecho debe ser reino de la
paz, donde el sufrimiento esté ausente, es una ingenuidad. Decía el Ilustre jurista
alemán, Rudolf Von Ihering, que, “El que crea que los derechos se conquistan sin dolor, se
parece al que cree que los niños los trae la cigüeña. Todo lo contrario, al igual
que el parto causa dolor a la madre, la
conquista de los derechos siempre ha sido dolorida”. Lo que hoy disfrutamos ha
sido el producto de arduas luchas de quienes no
se conformaron con una vida de
humillación y sometimiento. Decía el ilustre Ihering: “El fin del derecho es la
paz, y el medio para logarlo es la lucha; una lucha donde deben estar
involucrados los pueblos, el poder del Estado, los estamentos o clases y los
individuos”
El célebre jurista Uruguayo Eduardo Juan Couture Etcheverry,
dicta los inmortales mandamientos del abogado, que constituyen la hoja de ruta
en la vida de todo abogado y lectura obligatoria en celebraciones como la de
hoy. Solo voy a referirme a dos. Dice el cuarto mandamiento, “Lucha: Tu deber
es la lucha por el derecho; pero el día en que encuentres en conflicto el
derecho con la justicia, lucha por la
justicia”. Pero esto no se refiere a la violencia irracional, es una lucha que debe estar marcada por la
lealtad, la paciencia y la tolerancia y,
sobre todo, la fe.
En efecto, dice el octavo mandamiento: “Ten fe en el
derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia,
como el destino normal del derecho; en la paz, como sustituto bondadoso de la
justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni
justicia, ni paz.
Pero como decía más arriba, la lucha por el derecho no es
solo una labor de abogados, debe ser tarea de todo ciudadano. Voy a
poner como ejemplo a Rosa Parks, una humilde costurera, que el primero de diciembre de 1955, se negó a
cederle el asiento a un hombre blanco y
por eso fue arrestada, convirtiéndose en el detonante de un gran movimiento por
los derechos civiles en los Estados Unidos.
Por lo tanto, la lucha por el derecho es un compromiso moral, que debe asumir todo hombre ante las
humillaciones que se producen contra la dignidad
humana.
Esta idea, está
perfectamente reseñada en el Libro de José Antonio Marina y María dela Válgona
La Lucha por la dignidad, donde se
afirma que, “La edad de oro de la humanidad jamás existió; aun al contrario, si
en algún lugar del tiempo fuere posible encontrarla esta se hallaría sin duda
en el futuro y no en un pasado sin nombre. Las sucesivas luchas contra la
esclavitud, la discriminación racial o
de género o la arbitrariedad jurídica, demuestran contra la tentación del
pesimismo, el progreso moral de nuestra especie. Aún queda mucho por andar,
pero empezamos a conocer los mecanismos que pueden hacer realidad ese viejo
anhelo de justicia Universal”.
Creo que no hay mejores palabras para celebrar el Día
Nacional del Abogado en el tiempo que nos toca vivir: el reino de la justicia
está por venir; pero esto no será
gratuito ni placentero, todo lo contrario, para alcanzarlo y merecerlo hay que
trabajar y sufrir.
Hay una frase que se repite en todas las
manifestaciones, ¿Quiénes somos?:
Venezuela, ¿Que queremos? Libertad. Esto hace recordara Johann Wolfgang Von
Goethe, “La libertad es como la vida, solo la merece quien sabe conquistarla
todos los días”.
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