Una de las
conquistas más importantes en la lucha
por la dignidad humana es el derecho a la defensa. De manera sencilla se puede
definir como, el derecho que tiene todo hombre a no ser privado de sus bienes sin que
previamente se le instruya un
procedimiento, donde tenga la oportunidad de defenderse, alegando, probando y
apelando de las decisiones que se dicten en su contra. Esto, está establecido
en todas las Constituciones modernas, sin embrago, una cosa dicen la letra de
la ley y otra cosa es lo que hacen los hombres. De esto se pueden citar muchos
ejemplos y, entre nosotros, tal vez los más evidentes sean los operativos
contra la llamada “guerra económica” que realizan funcionarios administrativos
del gobierno en los comercios.
Por
experiencia directa, e información obtenida por los medios de comunicación, he
observado que en un solo acto, se realiza una inspección, se impone una sanción
e inclusive, se ordena la venta de bienes sin la apertura de un procedimiento
previo; otra cosa que hay que destacar por su gravedad, es que, muchas veces, ni
siquiera se permite la intervención de abogados que en nombre del ejecutado controlen
la legalidad del procedimiento.
Lo anterior atenta
claramente contra lo establecido en el artículo 49 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela que
dice textualmente: “El debido proceso se aplicará a todas las
actuaciones judiciales y administrativas; en consecuencia: La defensa y la asistencia
jurídica son derechos inviolables en todo estado y grado de la
investigación y del proceso. Toda persona tiene derecho a ser notificada de los
cargos por los cuales se le investiga, de acceder a las pruebas y de
disponer del tiempo y de los medios adecuados para ejercer su defensa.
Serán nulas las pruebas obtenidas mediante violación del debido proceso...”
Aunque
cueste creerlo, lo que establece el citado artículo 49 de Constitución Nacional,
se cumplía cabalmente en tiempos de la Cuarta República con la Ley de
Protección al Consumidor. En aquellos días,
al igual que ahora, los fiscales visitaban los comercios y, si detectaban infracciones, levantaban un
acta de apertura de un procedimiento que podía terminar con la aplicación de
multas, cierre temporal, e inclusive, el
pase a la jurisdicción penal. Pero esto no se aplicaba automáticamente en el
mismo acto, sino que el comerciante imputado tenía un lapso para acudir ante la
oficina competente que se encontraba ubicada en San Félix, para presentar descargos y probar antes de la
decisión definitiva. No había impunidad y se cumplía con el debido proceso.
Hoy, lamentablemente, la cosa no es así,
para perjuicio de todos, porque acabar con el comercio, es acabar con
una de las principales actividades creadora de fuentes de trabajo y
distribución de bienes.
Si bien es cierto que hay especuladores que perjudican al
consumidor y deben ser sancionados, también hay que decir que el comercio esta
injustamente satanizado y no se le reconoce la indiscutible función social que
cumple en beneficio de la sociedad, cuando se ejerce de manera honesta como
ocurre la mayoría de los casos. Además, si hay una actividad que está rigurosamente
fiscalizada esta es la mercantil; para que una empresa funcione, tiene que contar
con un equipo que se encargue de atender fiscalizaciones de: Seniat,
Alcaldías, Ministerio Trabajo, IVSS, Ince,
Inpsasel, Sundee, Sencamer, Sapi, Banavih, Fondo Nacional del Deporte,
Fonacit, Fona, Sanidad, Bomberos, etc. Y para colmo, ahora se corre el riesgo de sufrir el
atropello de estas actuaciones arbitrarias, que de la noche a la mañana pueden
dejar a cualquiera prácticamente en la ruina, sin derecho a defenderse como
establece la ley.
Creo que el gremio
que agrupa a los comerciantes debe de asumir de manera contundente la defensa
de sus agremiados, exigiendo el cumplimiento de un debido procesos en las
fiscalizaciones, porque en este momento lo que está en riesgo no es solo el
patrimonio de una u otra persona, sino la actividad mercantil en su conjunto.
Y en esto también tiene que colaborar el
Estado, tal y como se lo ordena el artículo 299 de la Constitución.
Si se quiere recuperar la confianza y el regreso de las
inversiones, hay que dejarse de discursos y promesas y garantizar la seguridad
jurídica con el cumplimiento estricto
las leyes, evitando las arbitrariedades y los abusos de autoridad.
Hoy, cuando la
convivencia pacífica parece un anhelo difícil de alcanzar, hay que recordar la
frase de Benito Juárez: el respeto al derecho ajeno es la paz. Y los
comerciantes también tienen derechos. (twitter @zaqueoo)
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