jueves, 30 de enero de 2014

Retos de la Escuela de Derecho de UCAB - Guayana para la próxima década


Lección inaugural: año académico 2008 - 2009. Ciudad Guayana octubre  de 2008

Recuerdos de la primera década

Hablar de los retos de nuestra Escuela en una fecha tan importante, en que estamos cumpliendo diez años de nuestra fundación, nos obliga a dedicarle unas palabras a esos momentos del pasado que  forman nuestra historia y son el punto de apoyo de nuestro presente y la inspiración de nuestro futuro. La Escuela de Derecho de UCAB Guayana, nace en octubre de 1998, en un momento de mucha expectativa política y social: 1998 es un año  de importancia indiscutible en la historia contemporánea de nuestro país. Los acontecimientos de ese momento son el punto de partida de todo un proceso que todavía no termina  y que marca de manera especial estos últimos diez años.

En diciembre de 1998 se produce la llegada al poder del presidente Hugo Chávez, que como todos saben, no vino solo a ocupar un cargo por un período determinado, sino a impulsar un proceso de cambios que todavía está en marcha y cuyos resultados definitivos están por verse.  Podemos decir que, de manera casual la historia de UCAB Guayana coincide con la historia de la Revolución Bolivariana y, en consecuencia, hemos sido testigos en primera fila de todo el proceso constituyente, de los cambios jurídicos y conflictos políticos vividos durante estos años. En este ambiente, quienes tuvimos la responsabilidad de iniciar las actividades de la Escuela de Derecho, nos encontramos con una tarea que nos parecía gigantesca e inalcanzable, no se trataba solo buscar un grupo de profesores para dictar clases, sino  crear una Escuela a tono con las necesidades sociales, que en ese momento exigían una participación en aspectos públicos considerables y difíciles, inclusive para las grandes facultades de derecho nacionales. Si queremos utilizar una metáfora para ilustrar aquel momento, podemos decir que eran tiempos de “elevada taquicardia jurídica”, en que los acontecimientos no permitían la reflexión serena y pausada sobre el destino de la academia, porque la realidad marcaba otros ritmos

Pero a pesar de todo, salimos adelante y no podemos dejar de recordar con nostalgia y cierto humor aquel primer quinquenio: en el primer año profesores y alumnos eran nuevos, no había experiencia previa en que apoyarse;  a partir del segundo los nuevos era los profesores que se iban nombrado en la medida en que se abrían las secciones. No habían ambiente universitario y la participación de la comunidad universitaria en los grandes temas de actualidad, tenía que ser forzada desde las autoridades de las Escuela. Estábamos en una especie de niñez y adolescencia en que primero había que aprender a caminar para después poder correr.

Es muy importante destacar la crisis del 2003, cuando los acontecimientos políticos nacionales produjeron el cierre de la universidad por un periodo de tiempo significativo. Hoy a siete años vista, recuerdo aquellos hechos no como un aspecto negativo, sino como parte del crecimiento de la Escuela. En enero de 2003  las autoridades decidieron suspender las clases mientras duraba el conflicto político nacional. Un importante grupo de profesores y alumnos se rebeló en contra de esa decisión y tomó los portones de esta universidad realizando una manifestación que duró varios días y produjo una reacción del resto de la comunidad universitaria. La Escuela de Derecho fue tal vez la que más sufrió este conflicto: profesores y estudiante que mantenían excelentes relaciones se enfrentaron en virtud del desencuentro político. Surgieron duros debates sobre la forma de conducir la universidad. Inclusive, estudiantes de derecho intentaron una acción judicial contra las autoridades. En conclusión vivimos momentos difíciles que solo quiero recordarlos sin juzgarlos, pero destacando de ese episodio lo que realmente considero importante, y es que al pasar la tormenta, las actividades y las relaciones de los enfrentados se normalizaron de tal forma, que lo que pudo ser una herida incurable, fue más bien una especie de volapié en el impulso y desarrollo de nuestra escuela. Nos enseñó aquel acontecimiento que somos y tenemos que ser una escuela plural, donde deben tener cabida real todas las corrientes del pensamiento, compartiendo las diferencias y como decía san Agustín “aprendiendo a disentir sin odios”.

Superados aquellos sucesos del 2003 ese mismo año graduamos a nuestra primera promoción de abogados. De allí en adelante las cosas fueron diferentes. Este primer quinquenio que apretadamente acabo de resumir puede ser a futuro el periodo más interesante de nuestra historia: lo terminamos con un cuerpo docente consolidado, un equipo de proyección social, bien ensamblado y un grupo de graduados que hoy ocupan cargos importantes, ejercen la profesión con éxito e inclusive son profesores destacados de nuestra escuela.

En el periodo 2003 - 2008, avanzamos en la promoción de la discusión de los grandes temas de actualidad, El trabajo social comienza a cobrar más importancia hasta la implantación de la ley de servicio comunitario. Participamos activamente en discusión e implementación de la reforma del pensum de estudios que hoy es uno de los más modernos de las escuelas de derecho y, formamos parte de la aplicación del sistema de gestión de calidad. Paralelamente se desarrollaron todas las actividades extracurriculares donde se destacan como momentos estelares los repetidos éxitos deportivos y  las exitosas semanas de las escuelas.

Pero hablar de la Escuela sin dedicarles un capítulo especial a los estudiantes sería algo desconsiderado. Nuestro estudiantes tiene un periodo transitorio pero identificación infinita; los estudiantes solo están en la universidad el tiempo necesario para graduarse. Pero la experiencia nos enseña que su vinculación posterior se mantiene, desde diferentes lugares y actividades y lo más importante es el orgullo que manifiestan cuando se identifican como Ucabistas. En estos diez años la participación del estudiante de derecho en la vida universitaria ha evolucionado de una manera increíble. Los primeros tres años estuvieron marcados por una apatía preocupante, en los tres años siguientes se observa un tímido desertar hacia lo social y político, pero en los últimos años el avance en la participación ha sido vertiginoso. Debo destacar que la representación estudiantil  de derecho logró desplazar de los cargos de cogobierno a candidatos de la escuela de Caracas y durante dos años consecutivos representantes de Guayana ocuparon un puesto en el Consejo de Facultad. Inclusive provocaron un debate importante sobre la interpretación de los reglamentos de representación estudiantil, para hacer oír la voz del estudiante guayanés que, aunque no se logró  el éxito deseado, el conflicto se ha convertido en una especie de movimiento precursor  de la necesaria autonomía  de la UCAb Guayana.

En esta apretada  síntesis de estos primeros 10 años de actividad,  no he pretendido hablar de todos, ni nombrar a todos los que como su esfuerzo han contribuido a construir esta realidad. Simplemente he querido destacar que se cumplió una travesía orientada al cumplimiento de los valores esenciales del derecho, que coinciden en gran medida con los de la universidad. Que nos hemos equivocado, es verdad ¡quien no se equivoca en esta vida! Pero si quisiéramos presentar una especie de rendición de cuentas, estaríamos seguros de que lo positivo estará por encima de todo lo demás. Tenemos una escuela de la cual estamos orgullosos, y muy especialmente porque:

  • Tratamos de ser fieles al espíritu humanista Católico de nuestra universidad sin dejarnos llevar por la modas que ahogan la verdadera esencia del derecho como es la dignidad del hombre

  • Tratamos de no autocensurarnos evitando la participación en los debates más enconados de vida nacional. Nos podrán criticar por cualquier cosa pero no por ser indiferentes.

  • Tratamos de trasmitir el valor de la solidaridad social y su sabiduría a través de los voluntariados y el servicio comunitario. Tenemos una deuda de aprendizaje con la filosofía del pobre que tiene mucho que enseñar sobre todo el coraje y la resistencia ante las adversidades de la vida

  • Tratamos de mantener una observación constante en la actualización y aprendizaje de las nuevas corrientes del derecho para que nuestros egresados no sean solo técnicos en leyes sino juristas con profunda formación humana.

Esta es nuestra hoja de vida.  Juzgar el resultado no nos corresponde a nosotros ya que como abogados sabemos que nadie puede ser juez en su propia causa.

Retos de la Escuela de Derecho para la próxima década

Comenzamos este año académico y al igual que hace diez años iniciamos un nuevo camino lleno de ilusiones  muy preocupados por los nuevos retos. No  tenemos por delante la tarea de crear una escuela de derecho en tiempos de trasformaciones constituyentes y convulsiones políticas.  Ahora nos toca  responder a las exigencias que la sociedad hace a las escuelas  de derecho. Para abordar este tema me referiré a un párrafo de la  lectio brevis pronunciada por  nuestro rector el padre Luís Ugalde el pasado 3 de octubre

“Responsabilidad viene de responder y para responder primero hay que escuchar y entender la pregunta. La primera condición para ser responsable es que seamos una universidad consciente de que la sociedad tiene preguntas, tiene frustraciones, esperanzas y expectativas con respecto a sus universidades”

Siguiendo las ideas de este párrafo y el  espíritu de la lectio brevis orientada a la responsabilidad social universitaria. Voy a formular y responder tres preguntas  que constantemente me hacen desde diferentes sectores de la sociedad: ¿Para qué necesita la sociedad a las Escuelas de derecho? ¿Por qué las Escuelas de derecho no han sabido dar respuesta  a los graves problemas jurídicos que afronta la sociedad? ¿Cómo puede contribuir una escuela de derecho en la construcción de la Paz ciudadana y la armonía social?

¿Para que necesita  la sociedad  las Escuelas de Derecho?

 Hay una opinión  algo generalizada en el colectivo, en el sentido de que las escuelas de derecho no solo no son necesarias,  sino que son inconvenientes para el orden social, pues elevado número de abogados que gradúan en vez de contribuir a la solución de los problemas sociales lo que hacen es agravarlos, propiciando litigios inútiles y prolongando excesivamente los que deberían resolverse a la brevedad. Consideran los defensores de  esta idea, que la sociedad necesita médicos, ingenieros, economistas, es decir, gente que construya y no  gente que destruya. No le restemos importancia a quienes así piensan, porque uno de los errores en que incurrimos repetidamente es no oír las críticas  ni saber sacar provecho de ellas.  Lo que debemos destacar, es que una escuela de derecho es mucho más que una especie de tecnológico jurídico donde solo se trasmite el conocimiento de las leyes y la jurisprudencia. Una verdadera escuelas de derecho debe ser un centro educativo  trasmisor de los valores jurídicos más elevados y formador de juristas que se conviertan a futuro en trasformadores sociales mediante la promoción del derecho. Las Escuelas de derecho  han tenido muy “mala prensa” y no han sabido defenderse. Lo primero que debe hacer es  trasmitirle a la sociedad la importancia del derecho como base fundamental de una comunidad ordenada, justa y humana. Si no existe el derecho la sociedad se acaba, como poco a poco se está acabando, en la medida en que el ciudadano no entiende, que sin el derecho  no solo se rompe el acuerdo social  y, que si no existiera el derecho, dejaría de ser hombre  para  convertirse simplemente en un ser vivo que puede ser tratado a capricho.

¿Por que las Escuelas de Derecho no han dado respuesta adecuada a las necesidades sociales?

Sin caer en generalizaciones, creo que  podemos analizar tres situaciones.

1º Las escuelas de derecho se han preocupado más por trasmitir información sobre las normas, la jurisprudencia y la doctrina que por formar abogados conocedores en profundidad del fenómeno jurídico, que no se reduce solo al conocimiento de las normas, sino que debe ser complementado con a la observación de la realidad social e identificación de los  valores relevantes en una sociedad y en una época determinada

2º La enseñanza  sobre la justicia se ha banalizado, en el sentido que  en las clases, en los foros o discursos jurídicos o en los tribunales se exalta y elogia constantemente pero no se enseña a vivir la justicia. En efecto la justicia es un valor, pero no se trata solo de una idea que flota en la abstracción sin sustento real, sino que la justicia es también una virtud personal que debe ser ejercitada. Tanto el juez como el abogado o el ciudadano de a pie están en la obligaciones actuar conforme a la justicia y en este sentido el estudiante de derecho debe aprender a ejercer esta virtud. El día que cambien la idea de, enseñar la justicia, por impulsar la actuación justa  comenzaremos a cambiar muchas cosas.

3º desde el terreno de la filosofía y teoría del derecho se debe  revisar  el concepto de derecho subjetivo que se enseña en las Escuelas de derecho. Considera un importante sector del realismo jurídico, que mientras se siga considerando al derecho subjetivo como una simple facultad moral,  el verdadero derecho justo no llegará a las sociedades. En este sentido el derecho al trabajo no puede seguir encendiéndose como la facultad que tiene el ciudadano de dedicarse  al oficio o profesión que escoja como conveniente, sino a la posibilidad real de que pueda trabajar. En este sentido Javier Hervada considera  que hay que cambiar la concepción de derecho positivo de, facultad de actuar conforme al derecho objetivo,  a la posibilidad real de acceder a la cosa justa.

¿Como pueden contribuir las escuelas de derecho al desarrollo de la paz social?

Considerando que estamos hablando en primer término de centros educativos, la primera contribución de la escuela estará en la formación del jurista  que la sociedad necesita.  En la universidad hablamos de la formación integral y e n lo que se refiere al abogado consideramos que esta debe estar dirigida a tres aspectos que deben convertirse en los hábitos del buen abogado, intelectuales, técnicos y éticos

  • Intelectuales el estudiante y futuro abogado debe ser un profundo estudioso conocedor de la ciencia jurídica que va a ejercer que va a ejercer...

  • Técnicos  además de conocer la ciencia, el abogado debe dominar la práctica para la aplicación de los conocimientos en defensa de los interese que representa, no basta con saber mucho de derecho si no se sabe ejercerlo.

  • Éticos. El aspecto más importante del abogado es el ético; de nada vale tener mucho conocimiento si no se sabe discernir sobre lo bueno y lo malo Decía Bolívar que “el talento sin probidad es un azote” El primer juez del pleito siempre es el abogado  que analiza si el cliente tiene razones legales  y jurídicas y este análisis no puede realizarse a cabalidad sin no se tiene una sólida formación ética

Hablamos de hábitos siguiendo la línea realista donde las acciones están por encima  de las palabras
En segundo término y desde un aspecto más general  consideramos que es acertada la idea de que hoy una sociedad justa es aquella que vela por el cumplimiento de los derechos humanos. En este sentido, las escuelas de derecho deben estar comprometidas no solo con la difusión y enseñanza de los derechos humanos, sino con la vigilancia y defensa de los mismos. Deben cumplir  un papel más activo creado equipos dedicados hacer seguimiento al cumplimiento de los derecho fundamentales, estableciendo una forma de contraloría  institucional que  denuncie lo negativo, no solo para hacer que las instituciones funciones sino para evitar que la sociedad se acostumbre a las violaciones. De todo lo anterior podemos destacar tres retos de contenido general.

  • La exaltación y promoción del derecho como instrumento insustituible de una sociedad justa

  • Promover el ejercicio de la virtud de la justicia como conducta personal y profesional y cambiar el paradigma del derecho forma por el derecho real.

  • Comprometerse  en la formación del abogado que la sociedad necesita y promover acciones  reales la defensa de los derecho humanos

Estos serian, entre otros  los compromisos que deberíamos asumir desde la Escuela de Derecho para cumplir con el gran reto de colaborar con la construcción de un orden más justo y humano.

Enemigos actuales

Para bordar los compromisos  antes citados debemos estar conscientes de que en el camino nos encontraremos con muchos enemigos. No vivimos momentos fáciles, todo lo contrario y hay múltiples factores que perturban tanto a la sociedad como al individuo: En lo social, las grades desigualdades delatan una inmensa justicia social y son causa importante de la mayoría de los males.  En lo individual, el miedo, la frustración y la sensación de que la vida no tiene sentido agobian al hombre de hoy  Es decir, los traumas sociales son múltiples y para abordarlos  adecuadamente tendríamos que conformar un equipo multidisciplinario. Por eso en los escasos minutos que me quedan solo voy a destacar dos enemigos reales que atentan contra  los ideales  de instalación de una sociedad justa. La violencia y la arbitrariedad.

Decía Aristóteles que la sociedad justa se caracteriza por un equilibrio armónico que se mantiene por la observancia cabal de las leyes de la polis. Pero lo contrario al equilibrio armónico es el desorden que proviene de la violencia.  La inseguridad se traduce en el temor de que en cualquier momento se puede ser víctima de un acto violento. Pero el problema que se observa es que la violencia no está solamente en los otros  que pueden amenazarnos, sino en nosotros mismos, es decir en todos los que vivimos una especie de cultura de la violencia  que se erige como uno de los peor enemigos del derecho; en efecto: el paradigma  de hoy en nuestra sociedad no es el de el hombre justo y virtuoso, sino el “alzado que no se  cala ni acepta nada”. Más que reclamar derechos el hombre de hoy lo que pretende es imponer voluntades que es muy diferente. Vivimos en una de las sociedades donde el irrespeto por las normas es una realidad que se verifica desde diferentes niveles; desde lo más insignificante como es respetar el turno en una cola, hasta la agresión familiar, el  hurto el secuestro o el asesinato.  Por lo tanto uno de los primeros enemigos que hay que derrotar es esa cultura de la violencia que hoy embarga a todos los sectores de la sociedad. Estamos conscientes que, abordar este tema es un reto inmenso, pero lo peor es instalarnos en esa actitud de honestidad indiferente, que no se compromete con nada. La defensa de los derechos es más que un deber profesional es una actitud personal de buen ciudadano.

 El otro enemigo del derecho es la  arbitrariedad de la autoridad. Observamos con mucha preocupación, como  los funcionarios encargados de cumplir tareas jurídicas sustituyen las normas por criterios personales que desatienden la voluntad general de la ley por la voluntad particular y arbitraria que se funda solo en el poder. Nos preocupa la reiterada queja de que “no hace falta  estudiar porque a fin de cuentas lo que vale es lo que digan los fiscales o los jueces. Esta sensación de impotencia es muy peligrosa, y atenta seriamente contra la idea de un estado de  derecho real,  donde lo importante sean  las normas y no las relaciones los favores o la astucia

 Creo  sin temor a equivocarme que estos son los principales peligros de  los grandes retos de nuestra escuela  en los próximos años, la cultura de la violencia y la arbitrariedad, que se convierten en un terreno poco propicio para la siembre de los grandes ideales jurídicos.  Para enfrentar estos retos es necesario asumir un compromiso social que va mucho más allá de la visión individual y reducida del ejercicio individual de la profesión.

De todo corazón quiero agradecerles su colaboración con la construcción de esta obra y termino con otra  reflexión extraída de la lectio brevis, cuando nuestro rector nos dice, que  en nuestra universidad no debe ser tabú discutir sobre el sentido de nuestra vida.  Me decía una estudiante que quería darle más sentido a su  vida trabajando por los demás inscribiéndose en una conocida  ONG. Le respondí que me alegraba su vocación y le deseaba suerte en su propósito. Pero que pensara que, si hay una carrera que permite la realización personal luchando por los derechos de los demás es la abogacía, siempre y cuando aprendamos a ejercerla a plenitud. Veamos el ejemplo de los grandes juristas de la historia, si se hubieran conformado con aprender un oficio para ganarse la vida  no estarían presentes entre nosotros cada vez que tenemos que ponerlos como ejemplo de la lucha por la evolución del derecho y la justicia. Estimados compañeros ucabistas los retos de la escuela no son solo retos institucionales sino desafíos personales para involucrarse  una de las empresas más nobles e importantes de nuestra especie la lucha por la dignidad  del ser humano
Dice Javier Aranguren, que responder  de una manera convincente a la pregunta sobre el sentido de la vida, exige tener una tarea que nos ilusione y nos enfrente con las grandes verdades: se es hombre cuando se tiene saber teórico y capacidad práctica para responde  a  estas tres preguntas. ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué existo? ¿Qué debo hacer?  Pensemos en ello y no perdamos la oportunidad que nos ofrece la vida.

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