Quince años después de haber pronunciado el discurso que publiqué anteriormente, fui invitado nuevamente por la Delegación de abogados de Caroní a pronunciar el discurso de orden correspondiente al día del abogado del año 2011. En ese momento ya había dejado el cargo de juez y había estado 10 años al frente de la Escuela de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello, Extensión Guayana. Esta experiencia cambió un poco mi percepción en referencia a la abogacía, pero la ideas y las preocupaciones siguen siendo las mismas. Aquí hago un análisis de lo que a mi juicio ocurrió en esos quince años; lo que se logró y en lo que se falló y, más importante aún, los retos que todavía tenemos pendientes de cara a la sociedad.
Ciudad Guayana, 23 de junio de 2011
Discurso con motivo del Día Nacional del Abogado
Ciudad Guayana, 23 de junio de 2011
Ser orador de orden en este día y en este momento no solo es un honor, también es un compromiso. La conmemoración del Día del Abogado debe ser hoy y siempre una fecha especial para el gremio: es el momento de la exaltación de los grandes valores de nuestro oficio y a la vez una oportunidad para hacer justo reconocimiento a los ilustres colegas que con su quehacer han honrado a nuestra profesión. Pero además es un momento en que el compromiso con la verdad nos obliga a decir lo que hay que decir y no limitarnos a decorar el acto con hermosas citas o frases elegantes. Por lo tanto, quiero aprovechar la ocasión en que se celebra el 50 aniversario de la fundación de Ciudad Guayana para recordar la creación de esta Delegación y a los colegas que la fundaron, luego me referiré a la evolución del derecho y la abogacía en los últimos 15 años y terminaré haciendo una reflexión sobre el futuro de nuestro oficio.
El próximo 2 de julio, Ciudad Guayana cumple 50 años. En un artículo que escribí recientemente para el periódico de la Ucab Guayana, manifesté que los años sesenta fueron fundamentales para la creación de Ciudad Guayana, porque en ellos se construyó la institucionalidad de la nueva ciudad: se creó la Corporación Venezolana de Guayana, el Distrito Caroní, se funda Santo Tomé de Guayana y entre muchas otras cosa de innegable importancia, el 5 de agosto de 1969 se constituye la entonces denominada Delegación de Abogados de Ciudad Guayana, cumpliéndose así un anhelo de un grupo de pioneros del derecho residenciados la naciente urbe. La primera junta directiva quedó constituida así: presidente Gilmer Durán, Secretario Brigido González Valderrey, Tesorero: Rosario Kepp Esquivel, Primer Vocal: Manuel Felipe García y segundo Vocal Arístides Maza tirado.
El 21 de agosto de 1969, se instala formalmente la junta directiva de la Delegación y el discurso de orden fue pronunciado por el amigo y colega Hermes Pírela Linares, físicamente desaparecido, pero siempre presente en espíritu gremial, quien con verbo elegante destaco la importancia del abogado para la construcción de la nueva ciudad diciendo:
El próximo 2 de julio, Ciudad Guayana cumple 50 años. En un artículo que escribí recientemente para el periódico de la Ucab Guayana, manifesté que los años sesenta fueron fundamentales para la creación de Ciudad Guayana, porque en ellos se construyó la institucionalidad de la nueva ciudad: se creó la Corporación Venezolana de Guayana, el Distrito Caroní, se funda Santo Tomé de Guayana y entre muchas otras cosa de innegable importancia, el 5 de agosto de 1969 se constituye la entonces denominada Delegación de Abogados de Ciudad Guayana, cumpliéndose así un anhelo de un grupo de pioneros del derecho residenciados la naciente urbe. La primera junta directiva quedó constituida así: presidente Gilmer Durán, Secretario Brigido González Valderrey, Tesorero: Rosario Kepp Esquivel, Primer Vocal: Manuel Felipe García y segundo Vocal Arístides Maza tirado.
El 21 de agosto de 1969, se instala formalmente la junta directiva de la Delegación y el discurso de orden fue pronunciado por el amigo y colega Hermes Pírela Linares, físicamente desaparecido, pero siempre presente en espíritu gremial, quien con verbo elegante destaco la importancia del abogado para la construcción de la nueva ciudad diciendo:
"Quién mejor que el abogado para orientar desde las bancas del parlamento la trasformación y el progreso de la sociedad mediante leyes que recoja y plasmen sus ansias de renovación de justicia; quien, en mejores condiciones que él para dirigir la acción de gobierno con miras al bien común; quien mejor capacitado que él para encauzar la administración por derroteros de eficiencia que se traduzcan en adecuada y oportuna satisfacción de necesidades colectivas y por ende en factor de equilibrio y paz social sin menoscabo de los derechos de los administrados; quien más apto que él para impedir que naufrague la fe en las instituciones, la confianza en los magistrados y el respeto a la ley"
Así comenzó esta Delegación de abogados, con una
exhortación a cumplimiento de las más elevadas funciones de la abogacía: Así
veían nuestros pioneros los retos de la naciente Ciudad Guayana. Esa era la
tarea que esperaba y espera de nosotros nuestra colectividad:
Leyes justas; recta administración orientada al bien común; equilibrio y paz social, consolidación de las instituciones y respeto a la ley.
¿Qué ha pasado en estos años en el país y en nuestra
ciudad? 23 enero de 1996,
la Junta
Directiva de esta ilustre Delegación me designó como orador
de orden del Día del abogado. En Aquella
oportunidad el acto se celebraba en sesión solemne de la Alcaldía del Municipio
Caroní. Al igual que hoy, eran tiempos de retos porque la sociedad reclamaba
soluciones a graves problemas que atravesaba
el funcionamiento del Estado de Derecho:
La administración de justicia estaba gastada y cansada por una forma de ejercer el derecho mecánica y en ocasiones absurda; eran tiempos del imperio del positivismo y la interpretación literal; se consideraba que las leyes no respondían cabalmente a las necesidades sociales y la interpretación jurisprudencial en ocasiones se tornaba incomprensible y absurda.
Un ejemplo emblemático de la situación fue la reforma
del código civil de 1916 por el vigente de 1986. En su exposición de motivos el legislador aclara, que
estaba consciente de los avances alcanzados por el sistema oral, pero no quiso
incorporarlo ordenamiento, porque no sea adecuaba a la cultura jurídica
nacional. Esto causó un mal sabor en el gremio
porque se estaba sacrificando la excelencia por mantener prácticas y
costumbres atrasadas.
Por otro lado las interpretaciones y cambios jurisprudenciales
siempre implicaban un retroceso: cualquier avance que introducía la legislación
procesal se perdía cuando tocaba la aclarar dudas al respecto, siempre se
regresaba al espíritu del código de 1916. Se incorporó tímidamente un complejo procedimiento
especial oral que prácticamente nunca se aplicó. En conclusión, el derecho funcionaba de manera lenta y
atrasada en relación con la dinámica social, y
como consecuencia de ello, la ciudadanía lo consideraba con algo
inútil para resolver los conflictos.
Ahora bien ¿qué ha pasado en estos 15 años? Hay que
comenzar por destacar que, los logros alcanzados en la transformación del
sistema jurídico fueron realmente importantes. En 1999, se promulga la vigente
constitución. Esta carta magna, no solo representa un avance importante en
materia de derechos humanos, sino que
introduce el derecho a la tutela
judicial efectiva, perfila de mejor manera el debido proceso, rechaza el
formalismo inútil crea la Sala y la interpretación constitucional y, lo más
importante da el salto hacia la oralidad, que tanto se reclamaba. Por otro lado aparece un cuerpo importante de leyes
que vienen a adecuar un ordenamiento jurídico atrasado con la vanguardia
legislativa mundial, como es el caso de la Lopna, el Coop, la Lotra etc. En conclusión,
se ha avanzado bastante en lo que a la legislación se refiere.
Se puede decir que los cambios esperados se produjeron,
pero me pregunto ¿estamos mejor que antes?. Evidentemente que no. Y esto nos es
una apreciación personal, basta con hacer una sencilla encuesta a las puertas
del Palacio de Justicia para apreciar el desencanto que existe hacia la
administración de justicia. Inclusive, un conocido diputado que forma parte del
partido de Gobierno, afirmó el domingo pasado que, donde menos ha avanzado la
revolución es en la transformación del Poder Judicial, que según su opinión se
encuentra en coma por causa de las mafias y la corrupción.
¿Por qué estamos en esta situación? ¿Por qué razón si
se realizaron los cambios reclamados en el pasado hoy estamos peor que ayer?
Las razones son diferentes. Indiscutiblemente la primera y principal es
problema ético, que afecta a todos los sectores de la vida nacional. Una sociedad que ha perdido el interés en la formación
de ciudadanos comprometidos con los valores que la sustentan, cosecha
lo que estamos viviendo. Cuando en la actividad política, en la función
pública, o en la relación ciudadana o familiar, se valora más la astucia o la
viveza que la virtud, no podemos esperar
otra cosa que este canibalismo moral que todo lo corroe. ¿Qué espera de una
sociedad que admira más al vivo que al honesto? Hace algunos años me dijo una
persona que, el derecho no se aprende en las universidades sino en los pasillos
de los tribunales, viendo como se “bate el cobre” Esta es una de las causas de
la situación a la cual hemos llegado.
Pero además de la crisis moral que nos agobia, hay
otros problemas puntuales que impactan de manera negativa tanto en el
funcionamiento del sistema de justicia como en el ejercicio de la abogacía: la resistencia al cambio, sustitución de las
normas por los criterios u opiniones personales y manipulación política del
derecho. Uno de los males que arrastra la abogacía y la
judicatura es el rechazo a los cambios. Pueden cambiarse todas las leyes, pero
si no cambia la mentalidad del que las aplica, las cosas seguirán siempre
igual. De nada vale que se haya establecido un procedimiento oral, si los
jueces retardan injustificadamente los juicios y estos siguen siendo lentos y a
veces eternos.
Otro grave problema que se vive en la actualidad es la
sustitución de las normas por los criterios personales. El contenido de las
leyes, es constantemente desaplicado por la opinión de los funcionarios. Un
destacado jurista del centro del país, dijo en tono irónico en un foro
celebrado en Ciudad Bolívar, en diciembre de 2008 que, los pensum de estudio de las
universidades debían incluir una materia que se llame “Aquí se hace así”.
Porque en la actualidad lo que rige en las oficinas públicas no son las reglas
de procedimiento legal sino la opinión
de los funcionarios, que le imponen a los ciudadanos obligaciones que no están
en las leyes.
Pero lo más grave es la manipulación política del
derecho. La forma como la legislación y la jurisdicción se inclinan a favor del
proyecto político que gobierna el país. Esto no solo es injusto en atención al
derecho de los ciudadanos, sino que está acabando con la institucionalidad. Los juristas que defiende
el proceso, afirma que estamos ante un nuevo derecho, que sirve de instrumento
para los cambios que conducen al país hacia el socialismo del siglo XXI. Sería
interminable describir la cantidad situaciones que demuestran los efectos
nefastos de esta forma de actuar. Creo que
lo importante en este acto, es llamar la atención de que esta manera de entender el derecho no es
nueva, ya ha sido experimentada en otros tiempos y lugares, fracasando
rotundamente como lo demuestra la historia. La vieja tesis marxista, de que el derecho era
expresión de una estructura burguesa que desaparecería con la instalación del
estado Socialista, fracasó en 1935,
cuando los jueces rusos que habían cerrado los tribunales se vieron obligados a
abrirlos porque sin administración de justicia las sociedades no puede
sostenerse; la tesis neo marxista del uso alternativo del derecho,
que tuvo vigencia en los años 70 después del congreso de Catania, y que sostenía que la labor de los jueces era
corregir las desigualdades producidas por el Estado de Derecho burgués, duró
poco tiempo, porque la experiencia demostró que, el imperio de la ley con todos
sus defectos siempre es mejor que la voluntad de un solo hombre; el llamado neo marxismo fuerte, que sostiene que el
derecho es un instrumento de la clase dominante está viviendo sus últimos días,
porque su aplicación acaba con una de los fines más elevados del derecho como
es la seguridad jurídica.
En conclusión, Cuarenta años de experimentos políticos
pretendiendo manipular el derecho han fracasado
produciendo una vuelta a la vieja
pero incuestionable idea de que el único objetivo del derecho es la búsqueda de
la justicia. Y cuando hablamos de buscar la justicia no caemos en un idealismo absurdo que no
tiene asidero en la realidad. No, no nos quedamos en la interminable
especulación filosófica, creemos que la justicia se puede alcanzar
perfectamente siguiendo la afirmaciones del jurista más importante del siglo
XX Hans Kelsen:
La justicia se encuentra en aquel ordenamiento social bajo cuya protección pueda prosperar la búsqueda de la verdad. Mi justicia es la justicia de la libertad, la justicia de la democracia; en una palabra, la justicia de la tolerancia.
Comencé mi intervención destacando que en el primer discurso que se pronunció en
esta delegación, se dijo que el compromiso del abogado guayanés era consolidar
las instituciones y velar por el respeto a la ley. Hoy después de 40 años tenemos un compromiso
mayor:
- Hay que trabajar para rescatar la institucionalidad y procurar que nadie esté por encima de la ley, porque esto no es una característica del derecho burgués, es la piedra angular del Estado de Justicia;
- Hay que recuperar el prestigio de lo jurídico en la vida social. Que los ciudadanos vuelva a creer en sus abogados, sus jueces y sus leyes.
- Hay que elevar la calidad del ejercicio de la abogacía al extremo de que sus actuaciones se convierta en algo digno de ser tomado en cuenta por la sociedad.
- Hay actuar con fortaleza evitar que las presiones políticas o económicas acaben con lo que queda de Estado de Derecho
- Hay recuperar el espacio para el ejercicio honrado de la abogacía, siendo ejemplo de rectitud y probidad
Sé que más de uno pensará que esto no es más que un
bello discurso divorciado de la realidad, porque en este desbaratado mundo si
no se combate con las mismas armas del enemigo, la derrota está asegurada. Esta
forma de pensar es el terreno donde han
nacido todos los males que hoy estamos padeciendo. Escogimos una profesión que no es cómoda, porque el
derecho es lucha permanente, como decía Ihering, ningún derecho se obtiene
gratuitamente, todos los derechos que hoy disfrutamos fueron alcanzados por las
luchas de nuestros antecesores. Ojala que todos estemos a la altura
de la lucha que hoy nos toca librar, si no lo hacemos no mereceremos llamarnos
abogados, porque como reza el famoso dicho” solo merecen la libertad y la vida
quienes cada día luchan por alcanzarla.
Apreciados colegas, estoy seguro de que vendrán tiempos mejores, Pero mientras tanto, luchen por su profesión, que en definitiva es luchar por la justicia, y que nadie nos quite nunca la satisfacción de decir con orgullo que somos abogados. Felicitaciones y que Dios los bendiga.
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